JPINIÓN: Lo qué trae consigo el impuesto a las bebidas azucaradas



Colombia tiene actualmente más de 2.2 millones de adultos con diabetes, está en los puestos más altos de América Latina con mayor número de pacientes diagnosticados, y los más preocupante, es que el grupo de edad es desde los 20 a los 79 años.

Recientes estudios han concluido que esta situación es consecuencia de factores individuales, genéticos, el entorno familiar y comunitario, así como elementos socioeconómicos y medioambientales:

-Individuales: Elevada ingestión de bebidas con azúcares adicionados y alimentos con alta densidad energética, el bajo consumo de frutas, verduras, granos enteros, leguminosas y agua, y la poca actividad física.

-Genéticos: Predisposición o herencia de la enfermedad de manera congénita.

-Entorno familiar y comunitario: Alta disponibilidad y accesibilidad de alimentos y bebidas poco saludables, los bajos precios de alimentos altos en calorías, la pérdida de la cultura alimentaria tradicional, incluida la práctica de cocinar, una pobre infraestructura de mercados y dotación de agua potable, la falta de información veraz y confiable sobre una dieta saludable y estrategias motivacionales para su adopción, así como el inadecuado acceso a los servicios de salud preventiva y la baja calidad de estos.

-Elementos socioeconómicos y medioambientales: Urbanización, globalización, cambios en la dinámica familiar; avances tecnológicos en la producción y procesamiento de alimentos, trabajo y recreación; políticas agrícolas, comerciales, educativas, fiscales; marcos legales y regulatorios inadecuados para la intervención del Estado, así como pobreza e inequidad.

A sabiendas de esto, recientemente, el Ministro de Salud de Colombia, Alejandro Gaviria, recomendó al ministerio de hacienda aumentar los impuestos a las bebidas azucaradas (que permitiría alcanzar una cifra cercana a los 2 billones de COP), en favor de promover programas relacionados con la salud pública. Sin embargo, es necesario establecer que sucedería en nuestro país y cuáles han sido los resultados en otros escenarios, pare tener una mejor visión de la situación.

En México, un país a fin a la cultura colombiana,  se unieron elementos epidemiológicos, como la obesidad, así como sus costos sociales, económicos y políticos; además de la apremiante situación fiscal en la que se encontraba el Estado. Al mismo tiempo, y por acuerdo intersectorial, varios sectores de la sociedad mexicana trabajaban arduamente para encontrar la solución, en constante coordinación.

Como resultado de esta voluntad conjunta, se aprobó un impuesto especial de MXN 1,00 (150 COP) por litro a las bebidas azucaradas, además se incentivó el recaudo de este impuesto en favor de fortalecer la dotación de agua potable y bebederos en todas las escuelas del país; además se lanzó la Estrategia Nacional para la Prevención y Control del Sobrepeso, la Obesidad y Diabetes.

Todo lo anterior contribuyó a una reducción del consumo de bebidas azucaradas entre el 6% y el 12% en 2014, sin embargo no es concluyente al afirmar si existe una menor ingesta de calorías o cambio en los hábitos alimenticios, algo que sus más férreos contradictores declara, debido a que es un impuesto muy reciente, y deben evaluarse los resultados con mayor detenimiento.

Pero, se estableció que el efecto que trajo este impuesto en la sociedad mexicana fue en el entorno social y económico, donde se perdieron 10.800 puestos de trabajo, cerraron 30.000 tiendas y las familias de menores ingresos fueron las más afectadas en sus ingresos.

También, la experiencia europea hace pensar que este impuesto no contribuye a disminuir en nada el consumo de estas bebidas, por ejemplo, en Dinamarca, aprobaron este impuesto en el año 2011, y la medida tuvo que ser abolida tras 18 meses,  donde un gravamen de 2 euros por cada kilo de alimentos con más de 2,3 por ciento de grasa saturada, incrementó el contrabando de estos productos, lo que trajo otras consecuencias negativas en la sociedad danesa. Adicionalmente, se concluyó que no hubo cambio en el patrón de consumo de este tipo de alimentos.

Así como en Francia, quien en 2012 introdujo una prohibición de las salsas de tomate en comedores y cafeterías oficiales. También allí se adoptó una imposición a las bebidas no alcohólicas con azúcar, sin embargo, esto trajo consigo, en contraposición, un aumento en la ingesta de vino.

Acorde con Sergio Prada, investigador senior y profesor del Departamento de Economía de la Universidad Icesi, declara que “las bebidas azucaradas aportan casi la mitad del consumo diario de azúcar entre la población. La ingesta de las mismas es más alta en los jóvenes latinos que el promedio general”. Sin embargo, afirma que la evidencia publicada en revistas académicas internacionales en el área de la economía de la salud se inclina a favor del impuesto.

También explica Prada que “es un impuesto fácil de recaudar y por ende esos recursos pueden usarse rápidamente para financiar campañas de promoción y prevenciónPersonalmente y en línea con los estudios publicados, creo que es mejor hacer algo que nada”.

No obstante, Health Economics publicó en septiembre de 2014 un estudio titulado: “The effects of taxing sugar-sweetened beverages across different income groups” afirmando que con los impuestos las personas podrían perder hasta 3,2 Kg, pero podría terminar siendo un impuesto regresivo, desfavoreciendo a las personas de bajos ingresos, así como un control al consumo de productos sustitutos.

Tras este análisis, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), a partir del estudio “Experiencia de México en el establecimiento de impuesto a las bebidas azucaradas como estrategia de salud pública” concluyó lo siguiente:

-Según la evidencia existente, el impuesto debe ser de al menos 20% para maximizar su impacto en el sobrepeso y la obesidad, y las enfermedades cardiovasculares.

-Este impuesto debe ir en favor de las familias pobres, para favorecer programas como: a. aumentar la accesibilidad y disponibilidad de agua potable b. promover un cambio hacia el consumo de bebidas y comida saludables c. mejorar la atención a la salud d. promover cambios en la agricultura e industria hacia comidas y bebidas saludables. Esto en favor de una mayor aceptación del impuesto, ya que se entiende que su objetivo es para mejorar su salud y bienestar.

-Este impuesto debe afectar tantos los productos directos como sus posibles sustitutos  que inhiben el desarrollo del impuesto.

-Estudiar el impacto de forma integral, de tal manera que contribuya a establecer el efecto total sobre la población. 

-Se recomienda un impuesto mixto (impuesto específico (sobre la cantidad) y ad valorem (sobre el precio)).

-Incluir el impuesto en el precio del producto con el impuesto incluido, asimismo, es aconsejable que el impuesto se ajuste sistemáticamente al nivel de inflación esperado.

En definitiva, Colombia tiene mucho que pensar al aplicar este impuesto, las recomendaciones hechas por el estudio de la OPS pueden contribuir a que este impuesto resulta beneficioso para los colombianos; sin embargo debe prestar especial atención a los grupos de interés, y que no nos suceda como sucedió en EEUU, que en los años 60, manipularon los efectos del azúcar y culparon a las grasas trans de esos síntomas. Especial atención.

BIBLIOGRAFÍA:

Los invito a visualizar las siguientes imágenes, que contribuyen a una mejor compresión de la situación:



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