DEJÉMONOS DE MARICADAS

Gran revuelo está causando por estos días la cartilla presuntamente avalada por el ministerio de educación que “incita” a la aceptación de los homosexuales y la reestructuración de los manuales de convivencia para permitir mayores libertades a los jóvenes de manifestar su identidad, donde nuestra vena conservadora salió a flor de piel exigiendo para  renuncia de la ministra Gina Parody pero no porque esté atentando contra nuestra educación o por el hambre que sufren en las aulas escolares por la poca alimentación o la comida putrefacta que dan o por la ley que iguala de categoría los técnicos y los universitarios para realizar estudios de maestría y doctorado, sino porque en su condición sexual se acusa a ella de incitar a esas libertades en defensa de su grupo social.

A partir de esto, me pregunto, es necesario ponerle el “dedo en la llaga”, como se dice coloquialmente, a la ministra atacándola por su condición sexual sabiendo que aparentemente no se está incumpliendo con su trabajo como ministra; es necesario agredir psicológicamente a su persona por ser lesbiana; es necesario que otros funcionarios políticos presionan a la ministra a renunciar solo porque va en contra de sus ideales religiosos o políticos (como la senadora Viviane Morales).

Conforme con el título de la opinión: “DEJÉMONOS DE MARICADAS”, los homosexuales (aceptó que existen más grupos, pero eso queda para otra ocasión) son personas que tienen los mismos problemas que los heterosexuales: sufren de desamores, tienen infidelidades, se casan en algunas ocasiones por interés, viven en pareja como una familia, crían a sus hijos como los heterosexuales, se pueden enfermar gravemente como los heterosexuales, se divorcian, si uno de los dos es alcohólico o drogadicto la otra parte  , se pueden morir en accidentes de tránsito; en fin, tienen los mismos problemas propios de los seres humanos ya que al fin al cabo, ellos no pierden su identidad como seres humanos. Entonces, antes de querer juzgar a una ministra por parte de una sociedad que aprueba la violencia intrafamiliar, el machismo, el abandono de la niñez, que sea por hacer mal su trabajo y no por su género.